Los iberos fueron la primera población en llegar a la península ibérica. Más tarde, al fundirse con los celtas, pasaron a denominarse celtíberos y ocuparon el norte y el centro de la península. Los fenicios llegaron al sur de la península alrededor del año 1100 a. C. Posteriormente, los griegos llegaron y, para luchar contra ellos, los fenicios pidieron ayuda a los cartagineses, quienes acabaron estableciéndose en gran parte del sur de España.
En esa época tuvo lugar la segunda Guerra Púnica (218-201 a. C.), en la que Roma salió en defensa de las zonas griegas. Los romanos conquistaron toda la península y le dieron el nombre de Hispania, convirtiéndola en una de las provincias más importantes del Imperio. Unificaron el territorio desde un punto de vista político, jurídico, religioso y, sobre todo, lingüístico, introduciendo el latín vulgar. Además, fundaron muchas ciudades, construyeron carreteras, puentes e importantes obras, como acueductos, teatros y anfiteatros.
Tras la caída del Imperio romano, a finales del siglo VI d.C., fueron los visigodos quienes ocuparon prácticamente toda la península. Los árabes llegaron a la península ibérica en el año 711 y en pocos años conquistaron casi todos los territorios, estableciendo así un emirato al que llamaron Al-Ándalus. En el año 722, los árabes sufrieron su primera derrota en la célebre batalla de Covadonga, dando inicio a la reconquista, una guerra entre árabes y cristianos.
Sin embargo, los reinos cristianos que se iban formando eran pequeños y no estaban unidos en la lucha contra los musulmanes, cuyo Imperio se iba fortaleciendo políticamente y culturalmente, convirtiéndose en un califato independiente de Damasco. Se inició entonces un período de gran prosperidad cultural en el que se pusieron en marcha innovaciones en las ciencias y en las letras, así como en el desarrollo de las ciudades, construyendo murallas, mezquitas, baños, palacios, alcazabas y alcázares. Córdoba llegó a ser la capital del califato y representó el centro cultural y comercial más activo de occidente.
La decadencia de Al-Ándalus llegó en el siglo XI, cuando el califato se desmembró en un mosaico de pequeños reinos, llamados Reinos de Taifas. Esta división debilitó a los árabes, mientras que las rivalidades dinásticas entre los reinos cristianos provocaron luchas. Finalmente, la reconquista significó la recuperación del territorio ocupado por los árabes y culminó en el año 1492 con la toma de Granada. Este hecho marcó el fin de la presencia musulmana en la península ibérica.
La historia antigua de la península ibérica está marcada por la diversidad de pueblos que la habitaron, así como por los importantes periodos de dominación y cambio, que dieron lugar a una rica herencia cultural y arquitectónica. El arte al-Ándalus es uno de los legados más significativos de esta historia, que se refleja en la arquitectura, la ciencia, la literatura y las artes de este periodo.