El siglo XIX fue una época de grandes cambios para España, marcada por eventos históricos trascendentales.
La influencia de Napoleón en el Romanticismo español fue profunda y transformadora. La invasión francesa en 1808 no solo afectó el panorama político, sino que también dio origen a nuevas expresiones artísticas y literarias. Los escritores y artistas españoles comenzaron a explorar temas relacionados con la libertad, el nacionalismo y la identidad cultural, características fundamentales del movimiento romántico. Esta influencia se manifestó en la literatura a través de obras que exaltaban el espíritu patriótico y la resistencia contra los invasores franceses.
La Constitución de 1812 y la monarquía española representó un momento crucial en la historia española. Conocida como "La Pepa", esta constitución liberal estableció principios fundamentales como la soberanía nacional, la división de poderes y la libertad de imprenta. Aunque su vigencia fue intermitente debido a los vaivenes políticos entre liberales y absolutistas, sentó las bases del constitucionalismo español moderno. Durante este período, la monarquía española experimentó una transformación significativa, pasando de ser una monarquía absoluta a una constitucional, aunque con frecuentes retornos al absolutismo durante el reinado de Fernando VII.
La independencia de colonias españolas en el siglo XIX marcó el fin del imperio colonial español en América. Este proceso comenzó con los movimientos independentistas de principios de siglo y se extendió hasta la pérdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas en 1898. Las guerras de independencia fueron impulsadas por las élites criollas, influenciadas por las ideas ilustradas y el ejemplo de la independencia estadounidense. Factores como el descontento con las políticas comerciales restrictivas, la discriminación hacia los criollos en la administración colonial y la crisis de la monarquía española tras la invasión napoleónica contribuyeron a este proceso. La pérdida del imperio colonial tuvo profundas consecuencias económicas y sociales para España, marcando el fin de su papel como potencia mundial y el inicio de un período de introspección nacional.